EL PLEBISCITO QUE SE APROXIMA
En dos meses más, y luego de acallados los ecos de la luctuosa conmemoración de los 50 años del golpe, la ciudadanía deberá, nuevamente, concurrir a las urnas para pronunciarse sobre la labor realizada por el llamado Consejo Constitucional y los otros dos organismos establecidos en el denominado ‘Acuerdo Por Chile’ —a saber, la Comisión Experta y el Comité Técnico de Admisibilidad—. La convocatoria no tiene su origen en la voluntad comunitaria sino en el referido documento que, por lo demás, fue suscrito por la generalidad de las organizaciones políticas existentes en el país, a pesar, incluso, que algunas de ellas no estaban reconocidas aún por ley, como Amarillos por Chile, Demócratas y Unir. La comunidad nacional deberá marcar su preferencia en un voto que contendrá dos propuestas: ‘A favor’ o ‘En contra’, de acuerdo al art.159 de la constitución, según el cual:
“En el plebiscito señalado, el electorado dispondrá de una cédula electoral que contendrá la siguiente pregunta, ‘¿Está usted a favor o en contra del texto de Nueva Constitución?’ Bajo la cuestión planteada habrá dos rayas horizontales, una al lado de la otra. La primera de ellas, tendrá en su parte inferior la expresión ‘A favor’, y la segunda, la expresión ‘En contra’, a fin de que el elector pueda marcar su preferencia sobre una de las alternativas”.
Será una votación obligatoria, por lo que, de incumplirse, acarreará la aplicación de multas, las cuales, si no son enteradas en tiempo oportuno, permitirán perseguir al deudor y encarcelarlo.
UNA NUEVA FASE EN LA EVOLUCIÓN DE LA COMUNIDAD NACIONAL
En consecuencia, podemos señalar que, luego de la conmemoración de los 50 años del golpe militar de 11 de septiembre de 1973, se abre una nueva fase en la evolución de la sociedad chilena, que hemos querido denominar ‘constitucional’, en la que la escena política nacional centrará su atención en la suerte que ha de correr el plebiscito de 17 de diciembre del presente año. Se trata de una fase en la que, por consiguiente, la actividad de ese estamento estará orientada a resolver los innumerables avatares que puede generar en la ciudadanía la entrega del trabajo efectuado por ese Consejo.
Y es que la escena política nacional va a intentar, por todos los medios a su alcance, salvar el proceso en cuya aprobación se encuentra empeñada, misión que —jamás se debe olvidar—no es casual: el nuevo proceso constituyente es su obra, no una que nace del trabajo de la comunidad organizada.